Escuela de Formación de Horice (República Checa)

Una cualidad que distingue a Europa Central y que no deja de sorprender a los extranjeros es su tradicional énfasis en la formación técnica. Las razones por las que el mundo está tan entusiasmado por las posibilidades económicas que representa la entrada en la Unión Europea de estos países hace sólo dos años no se refieren sólo a que la mano de obra es aquí más barata, sino a que generalmente es de muy alta calidad. Esta formación técnica no es algo que haya surgido en las últimas décadas, sino que tiene una larga tradición. No importa el tipo de industria o el país, en todo tipo de ciudades, grandes o pequeñas, se puede encontrar escuelas de formación, financiadas incluso ahora por el Estado, y muy activas. Una de estas escuelas, seguramente la decana de las instituciones de formación, es la Escuela de Formación de Cantería de Horice, ubicada en la ciudad del mismo nombre, a unos 100 km al nordeste de Praga. La primera visita a la Escuela de Horice sorprende. Es un edificio majestuoso. Se creó en el año 1.884, en tiempos del Impero Austro-Húngaro, cuando Praga y Viena eran el centro de la cultura y de la industria.

La escuela de Horice en 1891 y en la actualidad

 

Resulta obvio el motivo de la elección de Horice como sede de esta Escuela; en Horice se encuentra una arenisca de muy buena calidad, muy adecuada para trabajar con ella, resistente a la lluvia y al mal clima, un excelente material para esculpir. Este material se llama Arenisca de Horice.

En la actualidad esta Escuela imparte clases a 170 estudiantes. Estudian, a partes iguales, escultura, restauración de estatuas, cantería y, el restante 25%, se especializa en el manejo de máquinas de cantería. Los cursos duran 4 años, al final de los cuales los estudiantes reciben un título técnico (ABITUR). Casi todos los estudiantes proceden de la región vecina, que tiene una población de 500.000 personas, y el ratio chicos - chicas es del 50%. La edad media de los estudiantes de primer curso es 19 años, aunque hay algunos mayores, que entran en la Escuela después de haber estado trabajando en fábricas.

La escuela de Horice a finales del siglo XIX

La escuela de Horice en el año 2006

 

El principal objetivo de esta Escuela es preparar a los estudiantes a manejar la piedra, prepararlos para ser capaces de hacer esculturas. La Escuela lleva cien años haciéndolo y enseña también cómo restaurar esculturas.

Aunque la industria checa de la piedra es pequeña y no tiene un crecimiento tan rápido como otros países como Turquía o Brasil, aparentemente los estudiantes de esta Escuela no tienen problema a la hora de encontrar trabajo una vez finalizan sus cuatro años de formación. Hay 140 empresas elaboradoras de piedra en la región que absorben sin problemas a todos los graduados. Parece que las empresas pequeñas siguen creciendo en tamaño.

La Escuela se está enfrentando también a las presiones de la internacionalización, si no de la globalización. Como dice el director de la Escuela, Josef Moravec, antes todos los estudiantes eran checos, ahora hay uno o dos estudiantes de Polonia y Ucrania, pero el próximo año se espera que lleguen diez más de Polonia. También hay un programa que permitirá que 60 técnicos vietnamitas mejoren sus habilidades en esta Escuela.

¿El aumento de la llegada de esculturas baratas procedentes de China afectará al futuro de estos estudiantes? Según el Sr. Moravec, en la República Checa siempre hay un mercado para estatuas especializadas. Hay clientes que quieren para sus jardines o para edificios especiales algo único, una escultura personalizada, no sólo una copia, y los estudiantes hacen esculturas únicas.

Sr. Movarec, Director de la Escuela de Formación de Cantería de Horice

 

¿Cómo se financia la Escuela? Es el Estado quien financia todo. La educación es gratis, no sólo para los checos, sino para todos los de la Unión Europea (los vietnamitas tendrán que pagar).

En cuanto a colaboración con escuelas de formación de otros países, lamentablemente parece que hay muy poca. Alemania y Austria tienen sus propias escuelas y no parecen dispuestos a colaborar con los checos. Hay una buena colaboración con los polacos, pero ninguna con Hungría ni con Eslovaquia.

Un importante patrimonio de la Escuela, de valor incalculable, lo constituyen los 2.500 moldes de yeso que se han acumulado a lo largo de un siglo, moldes de diseños únicos. De hecho, la sala que alberga a estos moldes no se abre a todo el mundo.

Las fuerzas de la globalización, sin embargo, avanzan inexorablemente. Aunque la Escuela ha hecho algunos cambios para adaptarse a la nueva realidad, da la impresión de que va a haber cambios más drásticos, quizá en un plazo de tiempo no muy largo. La industria de la piedra está cambiando con rapidez; en esta era globalizada se compra, vende e instala piedra de todo el planeta en todo el mundo. La República Checa no será inmune a esta tendencia y cambiarán también las necesidades de la industria. El enorme patrimonio del pasado supone que siempre habrá necesidad de técnicos hábiles para la restauración de estatuas en el país. Pero es sólo cuestión de tiempo el que las empresas de piedra pidan gente cualificada en técnicas sofisticadas de instalación, ya que el país va creciendo económicamente; las fábricas de piedra instalarán más máquinas de control numérico y necesitarán trabajadores formados en el manejo de estas máquinas. De una cosa no hay duda: la Escuela de Formación de Horice, con una orgullosa tradición de más de un siglo, en un país que pone un gran énfasis en la educación y la formación, sabrá lo que tenga que hacer y lo hará.

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