Fernando Godoy, director de GRUPO GODOY MACEIRA SL
Desde hace un tiempo estamos viendo que se está procediendo a sustituir el adoquín de las calles de las ciudades por aglomerado asfáltico, un adoquín de un material poco permeable y que absorbe más el calor. Esto es, sin duda, y de cara a los presupuestos de los ayuntamientos, una solución fácil y rápida, pero a corto plazo tiene serias consecuencias que no estaría de menos conocer.
No es cuestión de modas. Debemos ser conscientes de que el clima está cambiando hacia polos extremos y es necesario pensar en ciudades con más naturaleza y priorizar la utilización de la piedra natural para que disminuyan las temperaturas y la contaminación y se favorezca el drenaje del agua.
Nuestros vecinos europeos apuestan por conservar el adoquinado. Portugal es un gran ejemplo de ello: han hecho del adoquín una seña de identidad, y en Londres y en muchas ciudades de Francia están sustituyendo el asfalto por adoquín pétreo.
En la ciudad de Vigo (Pontevedra), por ejemplo, se está llevando a cabo desde hace un par de años una sustitución sistemática de los adoquines de granito por “aglomerado de gran resistencia y durabilidad”. Se esgrimen razones como las continuas reparaciones, el ruido que se emite por el tráfico rodado y el peligro, por la falta de adherencia, tanto para los conductores de vehículos como para peatones cuando el pavimento está mojado.
El adoquín de granito es un material reutilizable y reciclable, de bajo impacto ambiental y que favorece, además, la economía circular donde la industria del granito tiene un peso estratégico; los adoquines de granito absorben menos calor, reducen la velocidad y la distancia de parada por su mayor adherencia (menos accidentes), duran mucho tiempo (siempre que estén bien ejecutados), son reutilizables y poseen un indudable valor patrimonial.
El adoquín bien colocado y cuidado puede alcanzar una vida útil de cientos de años, pero para que esto sea así se debe hacer un buen estudio técnico previo. Se debe primero comprobar sobre qué firme asentamos los adoquines, luego, si será un pavimento rígido o flexible, qué uso le daremos a esa calle, si será de tráfico rodado o peatonal, etc. Su colocación debería obedecer sólo a normas e instrucciones técnicas, refrendadas por miles de ensayos realizados y de obras ejecutadas.
En nuestra sociedad actual necesitamos cada vez más ciudades, que éstas sean más inteligentes, más sostenibles, en las que el medio ambiente, el bienestar y la calidad de vida de las personas, tanto física como mental, sean prioritarias. Y este es, quizás, el foco hacia el que nos deberíamos dirigir.